“Todos podemos ser víctimas de nuestra sed de ser historia”
La
libreta de aquel hombre comenzó a llenarse, letra tras letra con una
pluma a la que apenas quedaba tinta, sus ojos se quedan fijos en la
escena que se encuentra delante de él... y la estudia, cada parte, cada
indicio.
Los
crímenes no son algo extraño en una ciudad que ha olvidado la
tranquilidad, en una ciudad donde el morbo es la entretención de
aquellos que buscan algo interesante que comentar.
En esta ocasión… Los ojos de todos están pendientes de las señales.